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miércoles, noviembre 08, 2006

Esperar
En reiteradas ocasiones me he situado en la siguiente pregunta : ¿cuántas veces hemos tenido que esperar en la vida? ¿cuánto tiempo de ella la hemos dedicado a esperar una buena noticia, un carta , una respuesta, una llamada, etc?
Esperar a veces resulta desesperante y asfixiante, porque nos deja en la incertidumbre si al final de ella , tendremos lo que esperábamos , lo que necesitábamos recibir o bien lo que queríamos escuchar.
Es una sensación que muchas veces nos desconcierta porque necesitamos respuestas y razones, darle un punto de partida o de término a algo.
Porque en ocasiones no está en nuestras manos darle fin, porque depende de otros, de otras circunstancias, de decisiones que nosotros no podemos tomar o bien sólo aportar alguna de nuestras ideas a la causa.
Hay veces que el tiempo nos puede ayudar , y estar de nuestro lado muy ligado a las esperas, pero en otras puede ser un elemento demasiado decidor y amenazante.
Sin duda por experiencia lo digo.
Si bien el tiempo me ha dado respuestas positivas, en otros momentos me ha dado respuestas totalmente distintas a lo que quise saber, a lo que quise escuchar.
Ahora, si a eso le sumamos nuestros propios ánimos, que muchas veces topan con la paciencia y nos hace la espera una tortura silenciosa que carcome, que la ansiedad se apodera de nosotros tan posesivamente ,que no nos deja estar en paz , pues todas las esperas nos inquietan sean de la índole que sean. Nos damos cuenta que se presentan casi insostenibles.
Es una situación que en la mayoría de los casos , no está en nuestro poder manejarlas y eso a fin de cuentas es lo que nos lleva a voltearnos, porque somos seres de respuestas de razones, de cosas tangibles, no de baches en el tiempo y menos que inquieten nuestra tranquilidad.
Es verdad que muchas esperas son placenteras, como saber que vendrá un nuevo ser al mundo, que uniremos nuestras vidas a ese ser que amamos, que saldremos elegidos en algún cargo importante , que ya vienen nuestras tan ansiadas vacaciones ,que pronto se irá el frío y llegará el tan ansiado calor; que la primavera dará paso a las flores olvidando los otoños o bien que podríamos ser los ganadores de un gran premio. Pero de todas maneras, estas esperas no dejan de ser inquietantes.
Sin embargo sé que la vida es muy sabia y nos colma de la paciencia necesaria para soportarlas, ya que todos menos o más, tenemos esa capacidad interiormente. Que nacimos con ella desde el nido materno, por lo que estamos preparados para esperar.
La única diferencia está en cada persona, sí, ya que no todos poseemos el mismo poder de tolerancia a la espera, pues somos muy complejos unos de otros y por ende tan ansiosos y obsesivos a veces ,que las eternas y complicadas etapas de incertidumbre nos llevan en ocasiones al caos total, porque no sabemos como manejarlas, porque son un enigma a nuestra racionalidad.
Quizás también va a depender de lo que esperemos, ya sean esperas dulces o amargas y obviamente esto también es un tópico que no podemos dejar de acotar, ya que también dependerá de cómo nos sintamos a la hora de esperar y cómo influya en nuestra vida y subconsciente el desenlace de cada espera.
Esperar... y esperar, cosas tan triviales como la micro en un paradero, que llegue nuestra hora de colación en el trabajo o esperar que seque la pintura del cuadro que acabamos de pintar, uff!
En todo se siente la espera, es inevitable.
En mi caso particular, puedo decir que cada espera que he vivido, me ha producido una enorme ansiedad por mi manera de ser y ver las cosas, no sin decir antes que obviamente algunas fueron maravillosas , bueno y otras bastante incómodas, asfixiantes hasta inaguantables.
Sobre todo si lo llevo al plano emocional, cuando veo que las situaciones no dependen de mi directamente para terminarlas, para definir de una vez .
Acá se contraponen, claro, así es .
Algunas que me han tocado vivir en estos últimos tiempos han sido esperas incentivadoras, emocionantes y hasta esperanzadoras , a pesar de la ansiedad y la adrenalina que provocaron. Han sido exquisitas en toda su palabra. Pero si me traslado a un tiempo ya más cercano, es decir al hoy, puedo definirlas como bastante extrañas, poco claras, desorientadoras hasta desmotivadoras en algunos casos.
Si, tal cual, no sé si mi grado de ansiedad ya no tiene limitantes, ya se desborda sin que la pueda manejar racionalmente o sencillamente porque siento que la espera va a valer la nada ,producto de decisiones apresuradas, demasiado racionales o bien porque no se tiene la motivación verdadera para seguir dándole duro hacia delante, ufff!!
No sé, que incertidumbre me embarga, en ocasiones esta espera se me traduce en temor y un temor helado, de esos que se sienten cuando estás al borde de caerte al precipicio; de esos que te hielan la sangre al saber que lo que tanto anhelaste se puede cortar de la noche a la mañana, sabiendo con certeza que si se hubiera pensado mejor , no terminaría todo así, o bien cuando sé que lo que tengo en frente mío ¡sin duda, que valía la pena!
Es por todo esto que el esperar a veces me mata, consumiendo mis días y quitando sus verdaderos colores.
No es fácil, ser el ser pasivo de la historia , esperando que otros decidan por mi, no!
Es realmente agobiante y ya necesito volver a respirar la calma que respiraba tan bien , hace un poco tiempo atrás.
Necesito más paciencia para esperar todo esto, para esperar el desenlace de la historia del libro de mi vida; ese que se escribe día a día con las ganas, la fe, la alegría, la necesidad de llegar por fin al lugar que quiero llegar, a ese espacio en donde me sentiré verdaderamente feliz, a esa convicción que tengo muy arraigada y definida en mi mente y corazón y que quizás no todos me comprenden como quisiera, porque es lo que quiero plantear para no definir en solitario , sino en frente a lo que me doy cuenta... está cambiando o ya cambió mi vida.
Desde ya no quiero seguir esperando, sólo quiero que el cielo otra vez se despeje y nos traiga el sol, la luna y las estrellas figuradamente. En definitiva, me devuelvan otra vez la visión clara, la seguridad que tenía antes de esta larga e inconclusa espera.
Ahora si está de Dios tener que hacerla mía contra todo, pediré a él más paciencia, más tiempo y sobre todo más esperanza en llegar a definiciones acertadas e inalterables de que realmente todo el sentimiento y la racionalidad se conjugaron para lograr ser felices y darme cuenta que de verdad valió la pena el sacrificio del inagotable letargo, de los innumerables silencios.
Objetivamente puedo concluír que no la mayoría de las esperas sean malas, sólo las hace malas nuestra propia conciencia, nuestra propia ansiedad; la despiadada incertidumbre, nuestros miedos ,entregándole un valor agregado negativo que erróneamente cultivamos sin saber con certeza que a lo mejor eran necesarias en ese momento por la razón que las originó y si no se hubieran presentado tan uniformemente, jamás hubiésemos alcanzado lo que tanto esperábamos.
Eso es, trato de convencerme cada día de eso, es mi conclusión más lógica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

las esperas son eternas muchas variadas veses, lo grandioso es cuando se terminan y sientes el descanso dandote como respuestas lo que querias en tu interior acercandote a lo esperado y empezando una etapa renovada .Las esperas producen siempre cambios Preguntamelo a mi que he pasado por muchas.
Otra vez gracias por compartir tus pensamientos con estos cibernautas y por tener una vision tan positiva y esperanzadora de la vida. Muy interesante tu titulo blogger
Femina te dejo 2 besos

Anónimo dijo...

REINA ME FALTO ALGO. ME ENCANTARON TUS PALABRAS EN EL AGUA TODO MUY POSITIVO. TE LEO.....FABIAN