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lunes, agosto 04, 2008



Buscando respuestas

"Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas".
Confucio ( Filósofo chino)



Quizás, ¿cuántas veces nos hemos hecho tantas preguntas, a nuestras dudas existenciales, a nuestros fracasos, a nuestra misión acá en este mundo que no para de girar?

Creo que muchas, porque somos seres de encontrar respuestas que nos alienten, que nos dejen ver lo que debemos de hacer, que nos digan nuestro rol como personas en esta vida terrena.

Lo he pensado tantas veces, más aún cuando las dificultades apremian.

Sin embargo, las experiencias y las vivencias me han hecho dar cuenta de que no es tan difícil encontrarlas, porque si miramos bien, las hallaremos en los lugares más simples, pero llenos de sabiduría.

Es así, sólo que nuestra mente no se deja seducir por nuestra alma y la forzamos , pensando y pensando y tal vez, las respuestas que necesitamos , están dentro de nuestro propio interior, por eso no las vemos.
Porque en la pureza de las cosas, está la palabra justa y la frase perfecta.
No busquemos en los tiempos, busquemos en lo que está alrededor nuestro, pues ahí irradiamos nuestra esencia.

Seamos capaces de ver que cuando la vida llena de niebla nuestros caminos, siempre a pesar de recorrer y recorrer, habrá un farol encendido para iluminarnos y ser capaces de ver que las estrellas siempre estuvieron ahí, arriba, sólo que estaban tapadas con nuestras propias nubes.

No desesperemos si no tenemos amigos verdaderos que nos den una mano ante una dificultad, pues al abrirnos, llegarán miles desinteresadamente, aunque no nos conozcan, porque la vida siempre nos dará una sorpresa.

Si ya no escuchamos el canto del río entre las piedras, es tal vez porque nuestros oídos han perdido la delicada preferencia de su sonido, porque aunque no lo creamos, también nos tornamos sordos infinidad de veces.

Cuando las tribulaciones de nuestra vida, nos conviertan en seres vacíos e inertes, saquemos nuestra voz como último suspiro, dejándolo volar una plegaria al cielo, al igual que los pensamientos positivos, se inspiren en el silencio.

Dejemos extraviar nuestra mirada en un paseo al cosmos, para que así nuestro ser tome su relajo sobre la paz que necesitamos, y así regrese limpia para ver lo que realmente debamos ver.

De esta manera podremos descubrir las respuestas en lugares, donde tal vez nunca pensamos encontrarlas y me refiero sobre todo a lo que viene de lo natural, de lo genuino, de lo demasiado insignificante a simple vista para algunos, pero que encierra una riqueza única.
Pues las grandes y más valorables cosas, provienen de lo sencillo.

Al observar las flores y sus pétalos o bien parajes deteriorados por el tiempo.

Al sonreír un niño, al ver volar una bandada de aves, al observar como el viento mueve las hojas de los árboles y plantas.

En las señales del cielo, en la furia y en la calma del mar.

En las distintas horas del día, al observar las estrellas en una noche sin luna.

En un arco iris, en la primavera con sus colores y aromas que se impregnan en la brisa.

En el comportamiento de los animales, en la mirada de una mascota o en la de un abandonado perro callejero.

Al despertarte y abrir tu ventana a la brisa matinal, en la lluvia copiosa de un día de invierno, en la mirada de un niño sin hogar.

En la mirada de la persona que se ama o en la de un ser querido.

En un recuerdo guardado en algún lugar de la memoria, que aflora para verlo con otros ojos, sin rencores, sin dolores de tiempos de antaño.

Y ahora me vuelvo a preguntar después de todo lo dicho , ¿seremos capaces hoy de dar respuesta a todas nuestras inquietudes?

Decididamente creo que tal vez no a todas, pero si a algunas si nos fijamos bien, porque es un proceso y todo proceso, toma su tiempo.
Sólo debemos dejarnos sentir, dejarnos encontrar en lo más profundo de nosotros, lo que necesitamos.

Abrir nuestros sentidos, buscar y reconocer nuestros dolores, lo que nos tiene mal y su razón, porque en el interior, lo sabemos, sin duda, lo que pasa que por nuestros miedos no queremos reconocerlos, no queremos ser descubiertos, no queremos sentirnos vulnerables.

Sin embargo, nosotros únicamente poseemos esa llave que abre la puerta al corazón, a nuestro corazón y por lo mismo debemos dejarlo latir libremente y decir lo que le aqueja sin temores.

De esta manera será la forma más genuina de encontrar nuestras respuestas y de sanar nuestras heridas, limpiar nuestros errores, dejando atrás todo lo que nos ha estado haciendo mal.

La naturaleza es el instrumento para abrir nuestros ojos; el corazón: el maestro lleno de sabiduría que nos hará sentir y ser libres.


Agualuna


Frase: Proverbia.net / Desarrollo: Agualuna